jueves, 11 de diciembre de 2014

LA NOCHE EN QUE ALGO CAMBIÓ

La noche justo antes de los bosques es una pieza teatral escrita entre 1976 y 1977 por Bernard-Marie Koltès, autor clásico y maldito del teatro francés contemporáneo. Se trata de un monólogo que aborda varios temas dentro de un contexto claramente capitalista, y que goza de vigencia absoluta en este primer tercio del siglo XXI en cualquier gran ciudad occidental. Algunos de estos temas son: la soledad de las personas, el poder económico en la sombra, la necesidad de reacción frente a la injusticia, la inmigración y la xenofobia, el individualismo y la indiferencia, la solidaridad entre iguales, la homofobia, la búsqueda de un lugar mejor. La pieza ha sido montada recientemente con gran éxito de crítica y público por la compañía AlmaViva Teatro en el madrileño Teatro de La Puerta Estrecha, siendo dirigida por César Barló e interpretada por el actor José Gonçalo Pais. Aquí abajo van algunas de mis impresiones. Y aquí podéis ver el tráiler del montaje. 

Cartel de La noche justo antes de los bosques.


De noche en La Puerta Estrecha

El Teatro de La Puerta Estrecha es un lugar envolvente, que tiene algo de mágico: parece un sitio indicado para ejecutar rituales, cuenta con muchos objetos que arrebatan, y en general huele a teatro viejo, de raíces profundas y saludables. Pero hoy algo ha cambiado: antes de entrar a la sala donde se representa el último montaje de César Barló, La noche justo antes de los bosques, suena en bucle y de fondo música electrónica, algo inédito en este lugar. Pasa el tiempo y llega la hora del inicio del espectáculo.

Mientras el público entra en la sala ya empieza la función y, aunque todavía no tenemos conciencia plena de que estamos en la noche que antecede a los bosques, sí sabemos que es de noche. Todo en el espacio apunta a ello: la semi oscuridad, las luces nocturnas de la ciudad, la música electrónica que ahora sí se escucha claramente. Se respira noche y fin de semana. La escenografía se resume en un suelo de asfalto con una larga línea amarilla —que remite a una estación de metro o de tren— y grandes espejos al fondo en los que el público se verá reflejado y deformado durante todo el espectáculo. La gente va tomando asiento mientras un chico, ciertamente agitado, se mueve casi sin pausa de un lado a otro, parece que baila por momentos, se golpea contra las paredes.

Actor, autor y director.


La noche

Y entonces, tras esos minutos iniciáticos, este chico de pelo mojado por la lluvia se sienta en un suelo también mojado y coge una cámara de vídeo. Es José Gonçalo Pais, actor de honestidad y versatilidad deslumbrantes, que será quien nos guíe en un viaje alucinante por algunas experiencias que trascienden lo local desde el momento en que salen de su boca. La música, como un mantra, sigue sonando pero tú ya casi estás acostumbrado a ella y te parece que hay silencio, y que lo que oyes es el murmullo de la ciudad, y que en medio de ese murmullo Pais comienza a hablar. Lo vemos sentado —tirado— en el suelo dirigiéndose a la videocámara y también lo vemos proyectado en una de las paredes rugosas y oscuras de la sala. En muchos momentos del montaje el espectador se encontrará ante esta disyuntiva y podrá optar por visualizarle directamente en escena o a través del tamiz del video, a veces con resultados sorprendentemente distintos.

“Doblabas la esquina cuando te vi”, comienza diciendo con voz firme pero convulsa. La noche justo antes de los bosques es el monólogo de un chico que deambula de noche por la city, es una charla trepidante dirigida a otra persona que se encuentra en la calle, a un camarada potencial, a uno que doblaba la esquina y que (como solo sabremos al final) aparece como un ángel al que la lluvia pasa de lado, en medio de la marabunta nocturna y tras un episodio indudablemente traumático para el protagonista. Así que lo ve y decide ir tras él, pararle, pedirle fuego al grito de “¡compañero, compañero!”, y empezar a hablarle.

Nunca más me volveré loco.
Es entonces cuando comienza la montaña rusa, una auténtica espiral que devora e hipnotiza al espectador. Al principio te mueves en ella lentamente, estás descolocado, no entiendes de qué te está hablando. Todo es un caos, una confusión, tal y como el protagonista acabará por confesar. Luego todo va más deprisa, empiezas a ir encajando algunas cosas, ideas que se repiten, palabras que cascabelean una y otra vez. Y cuando te quieres dar cuenta, estás dentro, las piezas del puzzle se resitúan, todo va cobrando sentido y sigues cada episodio que escuchas con la boca abierta y como si tu reloj se hubiera parado.

Así pues, tenemos a un único actor, a única persona en escena que se presenta como El Extranjero. Se percibe que José Gonçalo Pais —unas veces apolíneo y muchas otras dionisíaco— ha interiorizado perfectamente el texto, a pesar de su innegable complejidad, y que lo entona con soltura y prodigiosa franqueza. Su arrebatadora expresividad nos confirma en la idea de que anda tambaleándose en la delgada línea que separa lucidez de locura. Con delicioso acento extranjero, nos cuenta que está aquí como podría estar allí, que es un nómada y que odia las convenciones. Percibimos que es un extranjero, pero no solo por su nacionalidad, sino porque se siente extranjero, porque en una sociedad sustentada en los valores del capitalismo es difícil no verse como tal. Y, aunque muchos no lo hayamos asumido aún, él sí es muy consciente de ello.


Barrio y ciudad del capital

El barrio, los suburbios de la ciudad, en tanto que algo local y universal a un tiempo, es uno de los temas del espectáculo. O al menos es el ambiente en el que éste se desarrolla. En él una de las primeras cosas que tenemos claras es que este extranjero de mirada limpia y ojos brillantes que nunca nos miran, está viviendo una situación de acoso. Muchas veces se refiere a esos gilipollas que le miran, que le persiguen, que se ríen de él. ¿Quiénes son? Para mí no son más que unos malotes de barrio, egocéntricos, que han interiorizado fuertemente la masculinidad y que constantemente tienen que hacer gala de ella dentro del grupo. Pero podrían ser cualquiera. El Extranjero en apariencia es débil, es un blanco fácil. Así que lo ven mear y se ríen de él porque lava su pito después de hacerlo, tal y como le enseñaron de niño. Lo descubren extranjero por diferente y, para mezclarse entre ellos, El Extranjero habrá de cuidarse de no delatarse no reproduciendo estas costumbres, hablando de los temas que le imponen, intentando ser uno más en la manada.

Uno de los momentos más bellos es cuando El Extranjero, que a estas alturas ya ha poseído por completo el cuerpo y el alma de Pais, le confiesa al otro que se ha acercado a él para decirle “barrio de mierda, costumbre de mierda de dar vueltas…”. Ahí están los dos en la rueda que imponen barrio y ciudad, escudriñando, evitando a gilipollas y macarras, buscando válvulas de escape para sentirse mejor, dando vueltas en busca de algún placer, dando vueltas sin sentido. Cualquiera comprende fácilmente de lo que se nos está hablando.

Así que éste es el contexto de la pieza: una ciudad capitalista donde todo o casi todo es una mierda, donde los sueldos vienen y van como pajarillos, donde la gente trabaja (cuando trabaja) de lunes a viernes y el viernes busca diversión (aunque no siempre la consiga) para sentirse bien, donde los espacios están delimitados por el género, la clase o la opción sexual de quienes deben ocuparlos. Un contexto del que es difícil escapar, pero un contexto del que hay que escapar.


El plan de defensa

Frente a esto, nuestro extranjero está trazando un plan, está comenzando a vislumbrar los bosques en medio de la noche y ha encontrado al otro para compartirlo con él. Es un plan para protegerse, solo tienes que quedarte y escucharle. Así, siguiendo el planteamiento internacionalista del marxismo nos confiesa que es muy pero que muy necesario crear un sindicato de carácter internacional. Puesto que todo está tomado por el pequeño clan de hijos de puta tecnócratas que controla todo (la policía, el ejército, los ministerios, los sindicatos) es preciso ser cautos y tener sumo cuidado. Es una evidencia que, como mínimo desde el último tercio del siglo XX, el poder económico domina la política. Y, presas del poder, casi todo el mundo está ahora del otro lado.

El Extranjero nos narra su experiencia con una chica de apariencia idílica que resultó haberse pasado también al otro bando. Esta historia nos brinda dos de las imágenes más hermosas del montaje de Barló. Una primera en la que vemos a Pais deslizarse a gatas sobre la línea amarilla que marca el escenario, al tiempo que descubrimos una apabullante expresividad corporal en su reflejo en los espejos del decorado. A quien estamos viendo ciertamente es a ella, a una gata sexy dispuesta a cazar ratones ensimismando a quien sea. La segunda nos presenta al protagonista atado a un mástil, como un Ulises con voz de contratenor, luchando contra sí mismo e imaginando los cantos de sirena de su amada/odiada.

Así pues, es obligatorio controlarse, no dejarse llevar por los instintos para evitar caer en las telas de araña del sistema. Presenta El Extranjero entonces, a ritmo de música festiva, más claramente su idea de sindicato internacional avanzándonos que cuando hayamos vencido será nuestro momento de disfrutar. Y la celebración será tremenda. Los estómagos del público se desanudan momentáneamente mientras José Gonçalo Pais se descubre como un auténtico showman que, siempre muy sonriente, va enumerando algunas cosas terribles que haremos cuando haya llegado el momento de la venganza, cuando haya llegado nuestra hora.

Como se ve, uno de los temas centrales de la pieza es la política en general y la necesidad urgente de cambiarlo todo. Ahora estamos solos, rotos e indefensos y hay que agruparse para protegerse. Si no, el viento nos llevará. El Extranjero está dando los primeros pasos. Lo siguiente será el cambio. Sin embargo, ¿cómo es posible esta unión cuando el individualismo es un valor imperante en nuestra sociedad? En varios momentos del texto se reflexiona sobre él, se alude a la poca solidaridad de la comunidad para con sus iguales, al egoísmo que nos ha impuesto el sistema y que todos nosotros hemos naturalizado. La situación es desesperante, siempre que se mira atrás solo hay desierto.

El mismo sistema nos empuja a trabajar lejos de nuestras casas, y a otras personas que viven lejos a trabajar aquí. Bien podrías irte a Nicaragua y media Nicaragua venir aquí: el sistema nos marea para descolocarnos, para que no podamos pensar, para impedir que nos organicemos. El sistema permite que un general loco esté apostado en medio de un bosque y dispare contra todo aquello que es diferente al propio bosque, así que ni a los bosques podrás huir. El Extranjero nos relata esta historia y nos dice que por eso él ya no trabaja, que por eso él ya no trabajará más así. Lo ves y sientes que ha alcanzado otro nivel, que no está dispuesto a seguir en la rueda solo por dinero. A la fábrica, nunca más.


Las mujeres de la noche
A cazar ratas.

        Otra cuestión relevante en el montaje es la forma en que el protagonista visualiza y se relaciona con mujeres. Plantea tres modelos que desempeñan roles claramente diferentes: la enemiga, la amante y la amiga. La primera de ellas es la ya mencionada chica hermosa que se ha pasado al otro bando y que es una experta cazadora de ratas. Aunque como es lógico inicialmente se queda ensimismado con ella, acaba por despreciarla profundamente.

La segunda va acompañada de una bellísima historia que nos brinda otro de los grandes momentos del montaje de Barló. De pronto los ojos del espectador se giran necesariamente para encontrarse en un espacio diferente: encima de un puente teniendo sexo con una mujer misteriosa y maravillosa que se hace llamar Mama y que va de orilla a orilla. Una mujer de la que ciertamente este extranjero se queda prendado. Una mujer a la que no vuelve a ver. Esta historia sirve a Pais para reflexionar sobre las relaciones afectivas, lanzando dardos tan certeros como cuando se pregunta cómo somos capaces de creer que conocemos a alguien sin saber cómo respira después de haber follado. Su imagen reclinado acariciándose frente a la videocámara es altamente pictórica y sensual.

Esta historia lleva a El Extranjero a recordar a la tercera gran mujer que aparece en la pieza. Se trata de una prostituta, a la que el protagonista claramente considera una aliada. Una puta que vive una historia descarnada con un hombre que no tiene la mínima consideración por ella. Una puta que casi es atropellada por dicho hombre mientras todo el mundo lo observa pero nadie mueve un dedo por impedirlo (¿cómo organizar así un sindicato internacional de carácter solidario?). Una puta que desesperada sigue el consejo de otra puta y se quita la vida. Si acabar con la vida de uno fuera más fácil de lo que es, viviríamos una gran masacre, reflexiona el protagonista de la obra. Y es que estamos inmersos en la noche, estamos inmersos en la mierda, y hay muchas formas de huir.


Sexualidad y sensualidad

Finalmente, el tema de la sexualidad impregna texto y montaje. La sensualidad que desprende José Gonçalo Pais, tanto en su versión Dr. Jekyll como en Mr. Hyde, y tanto por su embaucadora forma de hablar como por su propia belleza física y formas de ocupar el espacio escénico, se ve atenuada con los relatos que narra y con el propio devenir de la historia. Si bien en apariencia El Extranjero se nos presenta como una persona meridianamente heterosexual —que tuvo este pseudoromance con Mama y que conoce la calle de las putas— hay veces en que su orientación sexual no resulta tan evidente. En un momento dado le pide al otro, que es varón, que no interprete que (aunque sea él un hombre entrando a otro hombre en medio de la calle, en medio de la noche) está pretendiendo ligar. En otro momento, le dice que está borracho y que tiene media cabeza llena de gilipolleces y —absoluta declaración de amor— la otra media solo para él. Y es que, aunque siempre se esté dirigiendo al otro, cuando habla expresamente sobre él lo hace como ensimismado, como profundamente sumergido en amor.

Siendo heterosexual como es, nuestro extranjero callejea por el barrio en mitad de la noche, se relaciona con otros hombres en los baños públicos, persigue a unos gamberros guapos con la idea de tomarse unas cervezas con ellos, e incluso sufre una brutal agresión homófoba que será detonante para el inicio de toda esta historia. Inconscientemente asimilamos que es una persona con una sexualidad libre y abierta, y que tanto puede enamorarse de una mujer encima de un puente como de un hombre a la salida del metro.


Los bosques

Así, y sin saber de dónde saca tamaña fuerza y arrojo para lograr mantener la atención constante de un público alucinado que casi ni pestañea, José Gonçalo Pais se desgarra cada noche siendo poseído en cuerpo y alma por el espíritu de un extranjero sincero, inteligente y bondadoso. Un extranjero al que solo se puede admirar y querer. Al que te gustaría abrazar y amar sin límites, con el que quieres tumbarte en la hierba para estar a gusto sin reloj en las muñecas. Pais asume en lo más profundo de sí que, al igual que el protagonista del texto, está buscando los bosques en medio de la noche y que, en resumen, todo lo que quiere es poder sentarse en la hierba tranquilo y decir ciao. Tomarse unas cervezas y cambiar el mundo de una vez por todas, porque es eso o definitivamente morir.

Ya casi acaba el espectáculo y todo se va ensamblando en tu cabeza. Pais por fin te mira a la cara; hasta ahora solo miraba a los espejos, a las paredes, a la cámara, a su sombra. Tanto tú como él tenéis lágrimas en los ojos y ganas de gritar y golpear. Comprendes poco a poco el porqué de cada historia que has escuchado, comprendes por qué hace una hora y poco este chico de pelo mojado te ha agarrado del brazo para pedirte fuego al grito de “¡compañero, compañero!”. Comprendes que es acuciante reaccionar, que hay que salir ya de la noche y buscar y encontrar los bosques. Comprendes que exactamente el tiempo que ha durado el montaje es el tiempo que ha durado el necesario punto de inflexión. Pero que a partir de ahora sí (esto lo comprendes muy claramente), a partir de ahora sí hay esperanza.

¿Adónde ir?


ACTUALIZACIÓN FECHAS

BARCELONA 
2 de octubre de 2015 - 20h. (Teatre Gaudí) 
3 de octubre de 2015 - 20h. (Teatre Gaudí)
4 de octubre de 2015 - 20h. (Teatre Gaudí)
      Web del teatro aquí
      Entradas con descuento aquí

MADRID
17 de octubre de 2015 - 20h. (Teatro Municipal Francisco Rabal, PINTO)
21 de noviembre de 2015 - 20h. (Centro Cultural Pilar Miró)
28 de noviembre de 2015 - 20h. (Teatro José María Rodero, TOREJÓN DE ARDOZ)
12 de diciembre de 2015- 20h. (Centro Sociocultural, EL ÁLAMO)

FECHAS ANTIGUAS

TEATRO DE LA PUERTA ESTRECHA
Viernes_20.30h.
Sábados_22.30h.
HASTA EL 20 DE DICIEMBRE DE 2014.

Calle del Amparo, 94 - Madrid
<M> Lavapiés / Embajadores
Las entradas valen entre 10 y 12 euros se pueden pillar aquí, aquí o reservando en el propio Teatro.
            Su facebook aquí.
VER TRÁILER.

[Las fotografías del espectáculo son de Noemí Sánchez]




NOTAS:
- Lo de que estamos solos, rotos e indefensos viene de unas estrofas de la canción "Adolfo Suicide" de Nacho Vegas. 
- "La noche" es una canción que cantaba Raphael y "Algo cambió" es el nombre de la versión de Astrud de "Something changed" de Pulp y también el título de su disco de caras b y rarezas.

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